2001. Colecta Pública fue una intervención realizada en lugares públicos que cuestiona la realidad económica del artista y la responsabilidad del público en su obra. A continuación la sustentación de la obra.
COLECTA PÚBLICA
Este proyecto cuestiona los valores colectivos de la sociedad. Hasta dónde la sociedad se siente obligada a ayudar al otro y por qué siente que merece ayuda. Valores humanistas como solidaridad, generosidad, compasión y sensibilidad ante la realidad ajena son cuestionados. Las preguntas para el público son: ¿Hasta dónde soy responsable de la vida del otro? ¿En que punto las necesidades básicas se vuelven superfluas? ¿Es el arte una ocupación trivial? ¿Existen necesidades triviales (innecesarias)? ¿Hasta qué punto la calidad del arte depende de mí?
Las grandes colectas públicas siempre están sustentadas por sentimientos colectivos que supuestamente la mayoría de la población debe compartir, de lo contrario la colecta sería un fracaso. Estos sentimientos colectivos son masivamente difundidos por la educación y los medios de comunicación. Hay una definición imprecisa pero sobreentendida de lo que es una buena causa. El proyecto Colecta Pública propone una nueva reflexión sobre lo que es una buena causa. Introduce una buena causa que hasta ahora parece haber sido considerada una causa superficial, egoísta y contraria a los sentimientos colectivos difundidos.
Las grandes colectas públicas siempre están sustentadas por sentimientos colectivos que supuestamente la mayoría de la población debe compartir, de lo contrario la colecta sería un fracaso. Estos sentimientos colectivos son masivamente difundidos por la educación y los medios de comunicación. Hay una definición imprecisa pero sobreentendida de lo que es una buena causa. El proyecto Colecta Pública propone una nueva reflexión sobre lo que es una buena causa. Introduce una buena causa que hasta ahora parece haber sido considerada una causa superficial, egoísta y contraria a los sentimientos colectivos difundidos.
El proyecto parte de la siguiente premisa: La sociedad es responsable de mi bienestar y por consiguiente de mi producción artística. Un artista sincero requiere necesariamente cierta tranquilidad económica para crear. La sociedad alaba los proyectos artísticos originales, atrevidos y conceptuales. Sin embargo no los apoya económicamente. Veo aquí una hipocresía muy sutil que ahora quiero resaltar. Nietzsche dice en su Zaratustra: “Oh hermanos míos, quien es una primicia es siempre sacrificado. Ahora bien, nosotros somos primicias”.
El negarse a apoyar la Colecta Pública implica apoyar los medios, hasta ahora necesarios, que debe utilizar el artista para sobrevivir. Estos medios son principalmente la docencia y encargos comerciales que restan tiempo y dedicación a las actividades verdaderamente creativas que todo artista aspira realizar. Es decir, la sociedad es directamente responsable de la producción del artista. Negarse a apoyar esta causa tiene como consecuencia la proliferación de obras artísticas comerciales y de poca innovación. Obras que la sociedad desprecia pero que hipócritamente consume.
Obviamente este proyecto fracasará económicamente. El público tendrá la posibilidad, si se niega a colaborar, de comentar la causa del proyecto a través de un correo electrónico. Se le da la posibilidad de justificar su negativa y reflexionar sobre sus valores colectivos adquiridos. En la presentación del proyecto se deberá considerar los materiales utilizados. Toda la infraestructura reflejará un nivel económico medio-alto. No se pretende conmover ni recurrir a la compasión como el público espera.
Texto de presentación al público:
(Va una fotografía mía en blanco y negro, en terno y haciendo un gesto con la mano extendida)
Hola. Me llamo George Clarke y soy artista plástico. No estoy física ni mentalmente incapacitado. Estoy sano. Soy un artista que necesita dinero para vivir tranquilamente y producir buen arte: Arte sincero. Tu aporte económico servirá para alcanzar mi bienestar. No tengo necesidades triviales, todas son igualmente importantes. Lo trivial no existe. Quiero vivir, no sobrevivir.
ADVERTENCIA
El no apoyar esta causa traerá las siguientes consecuencias:
-Proliferación de arte comercial, complaciente y repetitivo.
-Realización de actividades económicas no artísticas y de poca creatividad.
A todo esto me veré obligado en caso esta colecta fracase. Como público y sociedad te considero directamente responsable. Si no quieres cooperar quisiera saber por qué. Puedes justificarte depositando una nota en esta ánfora o escribiendo a este e-mail:
colectapublica@yahoo.com
Organización de la Colecta Pública:
La colecta deberá realizarse simultáneamente en los más prestigiosos espacios artísticos locales sin fines de lucro y que atraen un público diverso y numeroso. Estos espacios serían La sala Luis Miró Quesada , el centro cultural Ricardo Palma, el C.C. de España, el C.C de la universidad Católica y el C.C de la universidad de San Marcos. Se utilizará una caja donde se depositarán las posibles donaciones y se presentará el texto explicativo de la forma más pulcra posible. La presentación deberá ser de primer nivel.
El proyecto durará aproximadamente dos semanas y en caso de recaudarse algo los fondos se usarán para lo descrito por el proyecto.
Fecha: del 9 al 24 de mayo del 2001.
Lo fundamental del proyecto es la participación del público vía correo electrónico y notas directamente al ánfora. La posibilidad real de donar dinero es necesaria para otorgar credibilidad al proyecto. Con la información recolectada se organizará una conferencia en el C.C de España un mes después de concluido el evento para exponer los resultados obtenidos.
Fecha tentativa: 5 de Julio.
El negarse a apoyar la Colecta Pública implica apoyar los medios, hasta ahora necesarios, que debe utilizar el artista para sobrevivir. Estos medios son principalmente la docencia y encargos comerciales que restan tiempo y dedicación a las actividades verdaderamente creativas que todo artista aspira realizar. Es decir, la sociedad es directamente responsable de la producción del artista. Negarse a apoyar esta causa tiene como consecuencia la proliferación de obras artísticas comerciales y de poca innovación. Obras que la sociedad desprecia pero que hipócritamente consume.
Obviamente este proyecto fracasará económicamente. El público tendrá la posibilidad, si se niega a colaborar, de comentar la causa del proyecto a través de un correo electrónico. Se le da la posibilidad de justificar su negativa y reflexionar sobre sus valores colectivos adquiridos. En la presentación del proyecto se deberá considerar los materiales utilizados. Toda la infraestructura reflejará un nivel económico medio-alto. No se pretende conmover ni recurrir a la compasión como el público espera.
Texto de presentación al público:
(Va una fotografía mía en blanco y negro, en terno y haciendo un gesto con la mano extendida)
Hola. Me llamo George Clarke y soy artista plástico. No estoy física ni mentalmente incapacitado. Estoy sano. Soy un artista que necesita dinero para vivir tranquilamente y producir buen arte: Arte sincero. Tu aporte económico servirá para alcanzar mi bienestar. No tengo necesidades triviales, todas son igualmente importantes. Lo trivial no existe. Quiero vivir, no sobrevivir.
ADVERTENCIA
El no apoyar esta causa traerá las siguientes consecuencias:
-Proliferación de arte comercial, complaciente y repetitivo.
-Realización de actividades económicas no artísticas y de poca creatividad.
A todo esto me veré obligado en caso esta colecta fracase. Como público y sociedad te considero directamente responsable. Si no quieres cooperar quisiera saber por qué. Puedes justificarte depositando una nota en esta ánfora o escribiendo a este e-mail:
colectapublica@yahoo.com
Organización de la Colecta Pública:
La colecta deberá realizarse simultáneamente en los más prestigiosos espacios artísticos locales sin fines de lucro y que atraen un público diverso y numeroso. Estos espacios serían La sala Luis Miró Quesada , el centro cultural Ricardo Palma, el C.C. de España, el C.C de la universidad Católica y el C.C de la universidad de San Marcos. Se utilizará una caja donde se depositarán las posibles donaciones y se presentará el texto explicativo de la forma más pulcra posible. La presentación deberá ser de primer nivel.
El proyecto durará aproximadamente dos semanas y en caso de recaudarse algo los fondos se usarán para lo descrito por el proyecto.
Fecha: del 9 al 24 de mayo del 2001.
Lo fundamental del proyecto es la participación del público vía correo electrónico y notas directamente al ánfora. La posibilidad real de donar dinero es necesaria para otorgar credibilidad al proyecto. Con la información recolectada se organizará una conferencia en el C.C de España un mes después de concluido el evento para exponer los resultados obtenidos.
Fecha tentativa: 5 de Julio.
Aproximadamente un mes después de terminada la colecta ofrecí un conservatorio junto con Jorge Villacorta en el Centro Cultural de España con los resultados del proyecto. Lo que sigue es el texto leído en aquel encuentro.
COLECTA PÚBLICA
CONVERSATORIO
Toda colecta está apoyada sobre los valores colectivos de una sociedad. Se supone que la sociedad es sensible a la desgracia ajena y es capaz de solidarizarse con ella. Se comparten y ponen a prueba sentimientos como la solidaridad, la compasión y la generosidad. Me pregunto qué ideas soportan estos sentimientos, de hecho uno debe sentirse identificado con la causa que está detrás de la colecta. Generalmente se parte de la idea de que la colecta está plenamente justificada porque defiende un valor supremo, por ejemplo, la vida, el derecho al progreso y a la superación, y existe el mensaje que dice que nadie está libre de una posible desgracia y por esto uno debe ayudar al otro para así ser ayudado también cuando le toque caer en desgracia. Es decir, hay un mecanismo de retribución en el acto de dar. Se ayuda con la idea de ser algún día también ayudado. He visto en anteriores colectas nacionales el caso de personas enfermas que se presentan con un perfil de una persona común y corriente que desea, en caso de ser ayudado, retribuir a la sociedad cumpliendo un rol ejemplar como ciudadano, es decir, un ciudadano comprometido, progresista, activista, defensor de la familia y la moral predominante. Todas estas características suponen una identificación y aprobación con la sociedad al que se le pide ayuda. Claro, nadie va a ayudar una causa que no le parece justa ni simpática. Tampoco se ayudará a alguien que no está interesado en cultivar los patrones sociales, morales y estéticos imperantes.
El donante no sólo está movido por sentimientos de identificación, sino también de reconocimiento. Esto es claro en las grandes Teletones, los donantes exigen publicidad y la imagen social es una parte rentable de la empresa. También dar es parte del negocio, dar para recibir. Pareciera con esto que todo acto de generosidad está impulsado por un sentimiento egoísta, tal vez sea triste llegar a esta conclusión. Sin embargo, no descarto la posibilidad de una entrega desinteresada, que creo está más cerca de un goce estético, aunque termina en el misterio del interés por lo desinteresado.
He aquí la pregunta tras esta colecta: ¿Cómo hacer una colecta en favor del arte, siendo el concepto del arte en este país algo superfluo, pomposo e innecesario, actividad para entretener a viejas aburridas y aristócratas venidos a menos? Si ni siquiera el Estado reconoce al arte como algo existente, ¿cómo esperar algo así como una “conciencia artística” en sus ciudadanos? El arte se difunde en el Perú como una tradición familiar de generación en generación, como una práctica sagrada que se conserva siempre más allá del pragmatismo; es cierto, el arte es siempre inútil y en ello radica su necesidad. La necesidad de escapar de la utilidad. Es lamentable que se pretenda justificar todo desde su utilidad, me temo que el concepto de lo inútil está cada vez mas devaluado. Me sucede con mis alumnos del colegio a cada rato, me preguntan: ¿y esto para qué sirve? “Para nada, en eso radica su importancia”. Claro que no lo entienden, pero ese primer acercamiento a la necesidad inútil los deja pensando.
Debo aclarar ahora por qué estoy aquí y qué es lo que sustenta mi colecta. Es ésta mi tragedia: ser un artista en el Perú. Tragedia común a muchos y que reconozco soportan estoicamente con cierto orgullo. Hay, tras mi propuesta, un reconocimiento a mi propio fracaso como artista plástico que quiere vivir de su obra, meta al que todo artista aspira llegar. Acepto mi fracaso ya sin pena y lo utilizo como tema para mi obra. Entonces pretendo tener éxito como fracasado, o mejor dicho, ser un fracasado exitoso, empresa que no tiene pierde pues fracasar como fracasado será siempre un éxito.
La presentación ante el público aclara varias cosas importantes; primero, que no estoy enfermo ni loco. La imagen en terno con la mano estirada en un gesto típico de limosnero tiene una carga contradictoria e irónica. El motivo de la colecta es para alcanzar cierta tranquilidad económica y producir arte sincero. La frase “lo trivial no existe” es importante pues significa que todas mis necesidades y actividades son primordiales: comer, viajar, vestirme, ir al cine, salir con una chica, etc. Todas estas actividades son importantes pues todo determina mi experiencia y es la base de mi creación. Es obvio que un artista que ha visto Nueva York tiene otro concepto del mundo que uno que nunca ha salido del país. Por esto lo trivial no existe, nada es accesorio. En un país donde estamos acostumbrados a vivir y gozar con poco uno se siente extrañamente culpable cuando puede darse un gusto especial. Lastimosamente nuestros placeres extraordinarios son catalogados como lujos. En el país de la escasez vivir se reduce a una sobrevivencia diaria. Es esta modestia conformista la que quiero atacar. Esta filosofía que aspira a poco se vio reflejada hace poco en uno de los candidatos presidenciales cuyo plan de gobierno consistía en bajar las medicinas, los teléfonos y ayudar a los mototaxistas.
La advertencia anunciada en el ánfora tiene una intención comprometedora y provocadora. El público es responsable de la producción del artista. En un escenario donde el público compra poco y lo que compra es arte tradicional, el arte novedoso y libre está en riesgo. Es comprensible que los artistas hagan “arte para vender” paralelamente a su producción sincera. Mayormente se arregla directamente con la galería, por lo bajo, y sin mucha pompa. Tal vez hasta con cierta vergüenza. Lo normal es que las propuestas arriesgadas y no vendibles se hacen gracias a auspicios de grandes empresas que ganan a cambio prestigio como mecenas del arte contemporáneo. Si el público está interesado en ver arte vanguardista, instalaciones, performances, etc., debe estar dispuesto a colaborar con el artista que pierde dinero haciéndolo. El público hace de un gran auspiciador colectivo y anónimo. Me parece justo que el público esté dispuesto a colaborar para liberar el arte de la necesidad y permitir la expresión libre no sujeta a la coacción de la realidad, y no descarto la posibilidad de cobrar un sol de entrada en mi próxima exposición.
La colecta no tenía expectativas de una recaudación significativa, era obvio que la presentación no provocaba compasión ni simpatía. Toda colecta funciona de esta manera, lo que en realidad me parece patético. Mi causa no buscaba causar pena ni simpatía. Simplemente anuncio un problema y busco respuestas del público. La posibilidad de dar dinero era necesaria para darle un carácter real a la propuesta. Lo que en realidad estaba buscando era el diálogo con el público mediante sus mensajes y correos electrónicos. El cinismo mostrado en la presentación indujo a respuestas agresivas con poco contenido.
RESULTADOS
El proyecto costó, sin incluir los gastos de movilidad, 530 soles. La recaudación fue de 20 soles con 10 céntimos. Lo que significa una perdida de 510 soles. Resultado paradójico ya que pedir dinero es ya una gran pérdida. Es importante señalar que la forma pasiva de la colecta también fue determinante en el resultado. Tal vez si la colecta se hubiera hecho activamente buscando a la gente con lindas chicas recolectoras la respuesta hubiese sido otra. Es difícil decirle no a una chica bonita.
En las 5 ánforas se encontró lo siguiente:
C. C. Ricardo Palma
4 mensajes, cero soles
C.C Católica
1 mensaje, 1 poema, 1 galleta más 60 céntimos
C.C España
3 mensajes, 3 folletos del mismo centro sin anotaciones más 50 céntimos.
Museo de Arte de San Marcos
4 mensajes más 1 sol con 70 céntimos
Sala Luis Miró Quesada
11 mensajes, 5 en blanco más 17 soles con 1 centavo de dólar. (5 soles de mi padre)
Como pueden ver, la mayoría de los mensajes contienen mucha agresión. Interpreto esto como desaprobación a la causa de mi colecta. Me hubiera interesado que se explicara el por qué de la desaprobación. La expresión “conchudo” podría significar que mi causa es ilícita. Me sorprendió recibir tan sólo dos correos electrónicos, en uno, la autora pidió explícitamente que conservara su anonimato. Imagino que esta es la causa de tan poca acogida. El correo revela la identidad y esto puede limitar la libertad de la opinión. Inicialmente pensé en sólo recibir mensajes vía correo electrónico pero Teresa Velázquez me recomendó dar la posibilidad de recibir notas directas en el ánfora por que la gente no se interesa tanto como para darse el trabajo y el tiempo de escribir por computadora. Tenía razón.
Agradezco a aquéllos que colaboraron con sus mensajes y dinero, en especial a esos seres anónimos que sin ser mis amigos ni familiares aportaron un sol. Quedo en deuda y estoy pensando constantemente en cómo retribuirles esa importante donación. En general podría definir la respuesta de público como agresiva e indiferente. Es una lástima que la mayoría de la gente no se hubiera dado el trabajo de explicar su posición. Espero ahora un diálogo abierto con el público presente.
CONVERSATORIO
Toda colecta está apoyada sobre los valores colectivos de una sociedad. Se supone que la sociedad es sensible a la desgracia ajena y es capaz de solidarizarse con ella. Se comparten y ponen a prueba sentimientos como la solidaridad, la compasión y la generosidad. Me pregunto qué ideas soportan estos sentimientos, de hecho uno debe sentirse identificado con la causa que está detrás de la colecta. Generalmente se parte de la idea de que la colecta está plenamente justificada porque defiende un valor supremo, por ejemplo, la vida, el derecho al progreso y a la superación, y existe el mensaje que dice que nadie está libre de una posible desgracia y por esto uno debe ayudar al otro para así ser ayudado también cuando le toque caer en desgracia. Es decir, hay un mecanismo de retribución en el acto de dar. Se ayuda con la idea de ser algún día también ayudado. He visto en anteriores colectas nacionales el caso de personas enfermas que se presentan con un perfil de una persona común y corriente que desea, en caso de ser ayudado, retribuir a la sociedad cumpliendo un rol ejemplar como ciudadano, es decir, un ciudadano comprometido, progresista, activista, defensor de la familia y la moral predominante. Todas estas características suponen una identificación y aprobación con la sociedad al que se le pide ayuda. Claro, nadie va a ayudar una causa que no le parece justa ni simpática. Tampoco se ayudará a alguien que no está interesado en cultivar los patrones sociales, morales y estéticos imperantes.
El donante no sólo está movido por sentimientos de identificación, sino también de reconocimiento. Esto es claro en las grandes Teletones, los donantes exigen publicidad y la imagen social es una parte rentable de la empresa. También dar es parte del negocio, dar para recibir. Pareciera con esto que todo acto de generosidad está impulsado por un sentimiento egoísta, tal vez sea triste llegar a esta conclusión. Sin embargo, no descarto la posibilidad de una entrega desinteresada, que creo está más cerca de un goce estético, aunque termina en el misterio del interés por lo desinteresado.
He aquí la pregunta tras esta colecta: ¿Cómo hacer una colecta en favor del arte, siendo el concepto del arte en este país algo superfluo, pomposo e innecesario, actividad para entretener a viejas aburridas y aristócratas venidos a menos? Si ni siquiera el Estado reconoce al arte como algo existente, ¿cómo esperar algo así como una “conciencia artística” en sus ciudadanos? El arte se difunde en el Perú como una tradición familiar de generación en generación, como una práctica sagrada que se conserva siempre más allá del pragmatismo; es cierto, el arte es siempre inútil y en ello radica su necesidad. La necesidad de escapar de la utilidad. Es lamentable que se pretenda justificar todo desde su utilidad, me temo que el concepto de lo inútil está cada vez mas devaluado. Me sucede con mis alumnos del colegio a cada rato, me preguntan: ¿y esto para qué sirve? “Para nada, en eso radica su importancia”. Claro que no lo entienden, pero ese primer acercamiento a la necesidad inútil los deja pensando.
Debo aclarar ahora por qué estoy aquí y qué es lo que sustenta mi colecta. Es ésta mi tragedia: ser un artista en el Perú. Tragedia común a muchos y que reconozco soportan estoicamente con cierto orgullo. Hay, tras mi propuesta, un reconocimiento a mi propio fracaso como artista plástico que quiere vivir de su obra, meta al que todo artista aspira llegar. Acepto mi fracaso ya sin pena y lo utilizo como tema para mi obra. Entonces pretendo tener éxito como fracasado, o mejor dicho, ser un fracasado exitoso, empresa que no tiene pierde pues fracasar como fracasado será siempre un éxito.
La presentación ante el público aclara varias cosas importantes; primero, que no estoy enfermo ni loco. La imagen en terno con la mano estirada en un gesto típico de limosnero tiene una carga contradictoria e irónica. El motivo de la colecta es para alcanzar cierta tranquilidad económica y producir arte sincero. La frase “lo trivial no existe” es importante pues significa que todas mis necesidades y actividades son primordiales: comer, viajar, vestirme, ir al cine, salir con una chica, etc. Todas estas actividades son importantes pues todo determina mi experiencia y es la base de mi creación. Es obvio que un artista que ha visto Nueva York tiene otro concepto del mundo que uno que nunca ha salido del país. Por esto lo trivial no existe, nada es accesorio. En un país donde estamos acostumbrados a vivir y gozar con poco uno se siente extrañamente culpable cuando puede darse un gusto especial. Lastimosamente nuestros placeres extraordinarios son catalogados como lujos. En el país de la escasez vivir se reduce a una sobrevivencia diaria. Es esta modestia conformista la que quiero atacar. Esta filosofía que aspira a poco se vio reflejada hace poco en uno de los candidatos presidenciales cuyo plan de gobierno consistía en bajar las medicinas, los teléfonos y ayudar a los mototaxistas.
La advertencia anunciada en el ánfora tiene una intención comprometedora y provocadora. El público es responsable de la producción del artista. En un escenario donde el público compra poco y lo que compra es arte tradicional, el arte novedoso y libre está en riesgo. Es comprensible que los artistas hagan “arte para vender” paralelamente a su producción sincera. Mayormente se arregla directamente con la galería, por lo bajo, y sin mucha pompa. Tal vez hasta con cierta vergüenza. Lo normal es que las propuestas arriesgadas y no vendibles se hacen gracias a auspicios de grandes empresas que ganan a cambio prestigio como mecenas del arte contemporáneo. Si el público está interesado en ver arte vanguardista, instalaciones, performances, etc., debe estar dispuesto a colaborar con el artista que pierde dinero haciéndolo. El público hace de un gran auspiciador colectivo y anónimo. Me parece justo que el público esté dispuesto a colaborar para liberar el arte de la necesidad y permitir la expresión libre no sujeta a la coacción de la realidad, y no descarto la posibilidad de cobrar un sol de entrada en mi próxima exposición.
La colecta no tenía expectativas de una recaudación significativa, era obvio que la presentación no provocaba compasión ni simpatía. Toda colecta funciona de esta manera, lo que en realidad me parece patético. Mi causa no buscaba causar pena ni simpatía. Simplemente anuncio un problema y busco respuestas del público. La posibilidad de dar dinero era necesaria para darle un carácter real a la propuesta. Lo que en realidad estaba buscando era el diálogo con el público mediante sus mensajes y correos electrónicos. El cinismo mostrado en la presentación indujo a respuestas agresivas con poco contenido.
RESULTADOS
El proyecto costó, sin incluir los gastos de movilidad, 530 soles. La recaudación fue de 20 soles con 10 céntimos. Lo que significa una perdida de 510 soles. Resultado paradójico ya que pedir dinero es ya una gran pérdida. Es importante señalar que la forma pasiva de la colecta también fue determinante en el resultado. Tal vez si la colecta se hubiera hecho activamente buscando a la gente con lindas chicas recolectoras la respuesta hubiese sido otra. Es difícil decirle no a una chica bonita.
En las 5 ánforas se encontró lo siguiente:
C. C. Ricardo Palma
4 mensajes, cero soles
C.C Católica
1 mensaje, 1 poema, 1 galleta más 60 céntimos
C.C España
3 mensajes, 3 folletos del mismo centro sin anotaciones más 50 céntimos.
Museo de Arte de San Marcos
4 mensajes más 1 sol con 70 céntimos
Sala Luis Miró Quesada
11 mensajes, 5 en blanco más 17 soles con 1 centavo de dólar. (5 soles de mi padre)
Como pueden ver, la mayoría de los mensajes contienen mucha agresión. Interpreto esto como desaprobación a la causa de mi colecta. Me hubiera interesado que se explicara el por qué de la desaprobación. La expresión “conchudo” podría significar que mi causa es ilícita. Me sorprendió recibir tan sólo dos correos electrónicos, en uno, la autora pidió explícitamente que conservara su anonimato. Imagino que esta es la causa de tan poca acogida. El correo revela la identidad y esto puede limitar la libertad de la opinión. Inicialmente pensé en sólo recibir mensajes vía correo electrónico pero Teresa Velázquez me recomendó dar la posibilidad de recibir notas directas en el ánfora por que la gente no se interesa tanto como para darse el trabajo y el tiempo de escribir por computadora. Tenía razón.
Agradezco a aquéllos que colaboraron con sus mensajes y dinero, en especial a esos seres anónimos que sin ser mis amigos ni familiares aportaron un sol. Quedo en deuda y estoy pensando constantemente en cómo retribuirles esa importante donación. En general podría definir la respuesta de público como agresiva e indiferente. Es una lástima que la mayoría de la gente no se hubiera dado el trabajo de explicar su posición. Espero ahora un diálogo abierto con el público presente.
Dinero recaudado y algunos mensajes recibidos en las ánforas de la colecta pública.
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