miércoles, 11 de febrero de 2009

Belleza, simetría y salud en el reino animal (artículo)

(2007. Artículo publicado en el boletín 4patas de la Asociación Nacional Amigos de los Animales de Madrid (ANAA) donde soy voluntario activo desde hace varios años. El artículo expone ideas resumidas de mi trabajo de pre-tesis en filosofía sobre el significado biológico de la belleza natural. Por razones de espacio no puedo publicar el ensayo original completo.)


BELLEZA, SIMETRÍA Y SALUD EN EL REINO ANIMAL

La belleza natural se ha estudiado siempre desde el punto de vista de la forma, la estética y la metafísica, pero recientemente la belleza, estudiada bajo la mirada de la sicología evolutiva, revela nuevos sentidos y razones que la convierten en un recurso adaptativo; ser bello en el mundo natural significaría ser portador de buena salud.

Si bien no sabemos qué es la belleza natural al menos sí la reconocemos perfectamente cuando la vemos, por lo tanto, la belleza existe y no es sólo un producto cultural como muchas veces se afirma. Hace 2500 años los antiguos griegos ya habían descubierto los elementos formales de la belleza natural; un cuerpo bello debía ser simétrico y estar bien proporcionado, por lo tanto la belleza natural contiene dos aspectos formales indiscutibles: simetría y proporciones medias. Actualmente es posible investigar las ventajas de estos dos aspectos, y dichas ventajas, según muchos estudios recientes, revelan que un organismo simétrico y bien proporcionado es más eficaz; ser más eficaz a su vez significa tener un sistema inmunológico más fuerte y estar mejor preparado para la vida, es decir, poseer mejores recursos para adaptarse exitosamente al entorno. La simetría se puede definir como un principio básico de economía en el mundo físico y natural porque es mucho más sencillo repetir formas iguales que formas desiguales, y el diseño simétrico es la forma resultante que mejor le sirve a la función de un objeto, forma que también está determinada por la acción de la fuerza de gravedad; por ejemplo, la esfera protege, la espiral empaqueta, los fractales colonizan, etc.

Ser eficaz para un organismo es cumplir dos principios vitales: comer y no ser comido, y seducir y ser seducido. En biología estos principios son conocidos como viabilidad y fertilidad. Al parecer, la selección natural regula estos dos principios que a su vez determinan la transformación y evolución de las especies. Por ejemplo, desarrollar unas patas más largas puede ser una ventaja para un animal, pero si las patas son demasiado largas esto las hace débiles, por lo tanto, la ventaja de una mayor velocidad se ve disminuida por la desventaja de ser más débil; esta tensión regula las proporciones ideales de un animal que también dependen de las condiciones específicas de su entorno (posibles depredadores, alimento, topografía, etc.). El caso del pavo real revela que en dicha especie la fertilidad es más importante que la viabilidad pues su vistosa cola le hace más atractivo para seducir a una mayor cantidad de hembras, pero a la vez le hace más visible para los depredadores. Existen numerosos estudios que sostienen que la simetría y las proporciones medias determinan un mayor éxito reproductivo y mayores posibilidades de supervivencia; por ejemplo, las aves con plumas más simétricas y proporcionadas son más eficaces en el vuelo, y los ciervos con cuernos más grandes y simétricos son más atractivos para las hembras.

Si en el mundo natural la simetría es un principio de eficacia es bastante sencillo entender su relación con un cuerpo sano. Al contrario, un cuerpo deforme y enfermo es inevitablemente asimétrico y desproporcionado. Igualmente, la asimetría y la desproporción no son atractivos en el reino animal y este rechazo natural se explica porque dichas características podrían ser signos de una salud deficiente. La enfermedad es producto de una invasión de parásitos y agentes patógenos que constantemente atacan a un organismo y es el sistema inmunológico el encargado de defenderlo de la invasión. Cuando un animal enferma significa que su sistema inmunitario ha sido vencido en la batalla contra los parásitos, y éstos, a su vez, causan la enfermedad y como resultado crean signos visibles de su conquista, como una mayor asimetría y desproporción, lesiones y manchas en la piel, entre otros signos que son poco atractivos para los demás, es decir, la enfermedad afea al enfermo. Luego, mientras se es libre para elegir (en la mayoría de especies las hembras eligen libremente al macho) un individuo siempre va a elegir una pareja sexual sana para completar su descendencia. La simetría y las proporciones medias son visibles como belleza, pero son además signos de una buena salud, esto explica por qué la belleza natural seduce de manera también natural e inevitable. Obviamente los animales no reconocen la belleza tal como lo hacemos nosotros, para ellos la belleza queda determinada por los rasgos formales visibles de sus posibles parejas. Volviendo al caso del pavo real, se ha descubierto que los ejemplares con colas más coloridas y simétricas (es decir, bellas) también tienen menos parásitos, por lo tanto su belleza es también señal de un sistema inmunitario con una mayor resistencia a enfermedades. En el caso humano lo que llamamos bello también puede evaluarse y reducirse a sus aspectos formales de simetría y proporción, entre otros aspectos como señales de juventud y una piel libre de manchas y lesiones.

En el reino animal se puede comprobar que los rasgos formales de la belleza biológica son determinantes en la reproducción y adaptación de los individuos. Esta teoría que es conocida como “la teoría de los buenos genes” permite desvelar el misterio de la belleza natural; la belleza ya no sería gratuita ni casual, sino que más bien tendría una función primordial en el trabajo de la selección natural. La seducción que ejerce la belleza natural no sería otra cosa que la alegría de haber encontrado una potencial pareja sexual sana y fértil con quien se podría engendrar hijos con mayores posibilidades de supervivencia. Dicho reconocimiento debe ser un producto de la selección natural y opera en un nivel inconsciente pero eficaz; es decir, no sabemos por qué nos atrae la belleza, pero sin duda, nos atrae. Para el reino animal la belleza, entendida en sus aspectos formales ya mencionados arriba, sería salud y por esto resulta atractiva. Este mecanismo también se aplica al ser humano, aunque obviamente la cultura también determina gran parte de la atracción entre la gente, sin embargo, la atracción puramente física sí debería explicarse por el mecanismo de la belleza como señal de una saludable estructura genética. Pero el asunto sigue siendo un tema controversial pues considerar a los individuos bellos como portadores de una buena salud podría causar un comportamiento discriminatorio hacia los que no son tan atractivos. De cualquier manera, la discriminación natural hacia los feos es una realidad indiscutible, el solo hecho de no encontrarlos atractivos ya implica una conducta discriminatoria, aunque a nivel instintivo o inconsciente, y por lo tanto libre de toda culpa. La idea resulta incómoda porque contradice nuestro ideal de igualdad. Sin embargo, sabemos que la igualdad no existe en el mundo natural; la naturaleza es amoral e indiferente a nuestros juicios humanos. Intentar conocer cómo funciona la naturaleza siempre implica el riesgo de descubrir cosas que no se ajustan a nuestra racionalidad moral.

Finalmente, debemos recordar que en el mundo natural la belleza siempre ha estado relacionada a la vitalidad, la fuerza y la salud; mientras que su contrario, la fealdad, se ha relacionado a la debilidad, la decadencia y la enfermedad. La presencia de la belleza natural siempre debe ser motivo de celebración, pues pertenece a aquellos elementos que reafirman la persistencia de la vida, desde la asombrosa repetición de las patas de un ciempiés hasta la hermosa simetría de las rayas del tigre.

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